(Imagen de cabecera: Foto de Ambitious Studio* – Rick Barrett en Unsplash)

Había escuchado hablar y leído varias veces sobre ello. Ese clic, ese momento. Ese instante donde una persona sedentaria se levantaba del sofá dispuesta a dejar de serlo, no quedándose en ese impulso inicial sino transformando su vida y, ya de paso, su cuerpo. Puede que ocurriera algo que lo motivara a ello, o puede que ese chispazo naciera de la nada. Da igual. Había escuchado a varias personas relatar lo mismo y siempre había soñado con vivir lo mismo aunque, en el fondo, pensaba que eso nunca ocurriría. Que no tenía tiempo, no me gustaba, no me apetecía, no me sentaba bien el deporte.

Me equivocaba.

Quienes me seguís en Twitter, especialmente los abonados al circulico verde, sabréis que llevo algo más de un mes haciendo ejercicio de forma constante -y cuando digo constante es todos los días excepto un día a la semana, normalmente el sábado, en el que solo hago un poco de cardio-. Puede parecer poco, pero os aseguro que está siendo el compromiso más largo con la actividad física en mis 37 años de vida.

A las personas activas o deportistas que estéis leyendo esto probablemente os parezca ridículo; bien, es que este post no es para vosotros. Felicitaos por vuestro estilo de vida y cerrad esto ahora mismo. Este post está escrito para todas esas personas que están en la misma situación en la que yo estuve, queriendo hacer ejercicio, siendo conscientes de que tienen que hacer ejercicio, pero sin dar ese paso. Este post lo escribo porque un par de personas me han pedido que les explique qué es lo que he hecho para estar tan motivada. Este post lo escribo por si puedo ayudar a alguien, aunque adelanto desde ya que no tengo receta mágica ni científicamente probada. Solamente lo que me ha funcionado a mí.

Que es lo siguiente:

La partida

Empezaré explicando el contexto desde el que inicio mi viaje. Mi historia con los kilos de más empezó en cuanto arrancó la pubertad, y desde entonces toda mi vida he fluctuado entre el llamado sobrepeso y la obesidad de tipo I. He acudido a un par de endocrinos, varios nutricionistas y decenas de dietistas. He hecho mil dietas de restricción de calorías, y también probé durante un tiempo con una nutricionista que simplemente me enseñó “a comer sano”. El resultado siempre era el mismo: espectaculares inicios, seguidos por un estancamiento de varios meses, aburrimiento, abandono de la dieta y rebotazo al canto. A lo largo de mi vida adulta, mi peso habrá fluctuado entre una horquilla de 15-20 kg, estando en la actualidad, ya rozando la cuarentena, en el nivel más preocupante.

Mi historia con el ejercicio es más breve: no me gusta. No puedo decir que sea sedentaria total, porque diariamente puedo caminar entre horas y media y dos horas con el perrete, pero nada más. He estado apuntada a varios gimnasios y en los momentos de más compromiso he llegado a ir 2-3 veces por semana. Ídem con la piscina y con la bici. Tenía bici estática y algunas mancuernas, pero no me ponía. La excusa: falta de tiempo. La realidad: pereza.

En esas, alcancé a principios de junio mi declive físico y mental, con muchos dolores de espalda y problemas de ansiedad que me forzaron a ir a médico de cabecera y psiquiatra. Ambos me recomendaron lo mismo: ejercicio. Era mediados de junio, y me propuse apuntarme a un gimnasio el mismo 1 de julio. Obviamente, no tenía la menor intención real de hacerlo.

Entonces, lo escuché.

El clic

Puedo dar fecha y casi hora exactas del momento en el que mi vida comenzó a cambiar. Fue un 24 de junio, muy probablemente entre las 8 y las 10 de la noche. Andaba tonteando en Youtube cuando el algoritmo, por algún motivo que desconozco, decidió ponerme en bandeja este vídeo.

Son 20 minutos del streamer Alexelcapo comentando su cambio físico (creo que ya va por los 50kg perdidos) con el también streamer Jordi Wild. Hasta el momento de poner el vídeo yo apenas conocía vagamente a ambos, más a Álex que a Jordi por verle en la faja de los libros de Brandon Sanderson, pero poco más. Incluso creo recordar que tenía una opinión bastante mala de ambos, sin conocerlos, simplemente por el ramalazo de señora mayor antistreamers que me sale de vez en cuando, como buena milennial que soy.

El caso es que decidí ver ese vídeo y ese vídeo, literalmente, me ha cambiado la vida.

Voy a resumirlo para quien no quiera verlo: a raíz de un reto de un videojuego, que le costó meses completar, Álex se da cuenta de que puede conseguir cualquier cosa que se proponga. Y se pone a hacer ejercicio, que al principio no es que le cueste, es que llega a destrozarle los pies. Sé que hay algunos aspectos de ese vídeo que se han criticado, como el hacer deporte de cara a una pared, como penitencia, sin embargo a mí se me quedaron grabadas tres cosas a fuego:

  • Huir de condicionales: no es “voy a ver si” o “voy a proponerme”. Es voy a hacerlo. Punto. Sin un atisbo de duda.
  • No dejarlo para más adelante. Empieza hoy. No mañana, hoy. “Tu yo de dentro de un año agradecerá haber empezado hoy”.
  • Y el clic. El momento en el que te convences de la necesidad de cambiar, sin excusas. El momento en el que el ejercicio pasa ser prioritario en tu vida. El momento en el que ya no hay marcha atrás.

Yo escuché ese clic al terminar el vídeo. Y no empecé en ese momento porque, como he dicho, era de noche. Pero lo que sí hice fue dejarlo todo listo: busqué una tabla de ejercicios que pudiera hacer en casa que, para más risión, saqué de un foro que he criticado muchas veces. También puse la alarma para al día siguiente a las 8 estar ya de caminata por el campo con el perro, como he hecho desde entonces casi todos los días.

Quiero recalcar una cosa: no me propuse hacerlo, sabía que iba a hacerlo. No tenía la menor duda de que iba a hacerlo. Y así, hasta el día de hoy.

La motivación

Como bien dice Álex en el vídeo, la motivación de dura un mes y todo lo demás es disciplina. Y yo estoy notando ahora mismo ese cambio hacia la disciplina, hacia esos días en los que no te apetece o no tienes tiempo (pero lo haces igualmente). No obstante, como me conozco, sí que llevé a cabo algunas acciones que sabía que me ayudarían a arrancar y mantenerme, y que aquí dejo como tips por si pueden inspirar a alguien:

  • Lo primero es dejar registro escrito de los ejercicios que haces, peso que levantas, series, repeticiones. Para ello yo estrené una libretita nueva, una de esas monas que te compras y luego te resistes a empezar. Parece una tontería, pero motiva. Además de lo anterior, anoto fecha y cuántos días de tabla llevamos. Supone un subidón importante comprobar que en diez días has conseguido añadir 5 repeticiones más, o que levantas 1 kilo más.
  • Otra cosa que yo hice fue intentar abortar de antemano cualquier intento de mi cerebro de hacerme desistir. Como paso bastantes horas al día en el ordenador y es fácil que pierda la noción del tiempo y me dé pereza levantarme, busqué fondos de pantalla motivadores y que me hicieran recordar mi objetivo cada vez que los veía. En mi caso, también inspirado por algo que dice Álex en el vídeo, es un wallpaper del Archivo de las Tormentas, saga literaria en cuya lectura estoy ahora mismo metida hasta las trancas, y que creo que ha sido también clave para mi cambio de mentalidad. Vida antes que muerte, fuerza antes que debilidad, viaje antes que destino.
  • Para que me dé menos pereza ponerme a hacer ejercicio, reservo una serie de podcast/series/pelis que me gustan mucho para ese momento de hacer pesas o hacer bici estática. Así, quieras o no, tengo una motivación extra para ponerme ese día.
  • Y por supuesto, llevar un registro de cada etapa del camino. Hacerte fotos, pesarte e ir comparando, para motivarte al ver cómo los cambios, poco a poco, se van notando.
Foto de Mario Dobelmann en Unsplash

El destino

Todo viaje tiene su meta, y también es procedente preguntarse qué es lo que queremos conseguir.

Esto también lo he enfocado desde una nueva mentalidad. Si antaño, cada vez que hacía una dieta era para perder el mayor peso posible en la menor cantidad de tiempo, ahora no es así. Mi objetivo principal no es otro que lo que ya estoy haciendo: convertir el ejercicio diario en un hábito. Tan solo haber interiorizado el hacer deporte de forma diaria, constatar cómo he adquirido esa constancia y ese compromiso conmigo misma, bastan para que me sienta tan feliz y orgullosa que no me plantee ni por un momento dar un paso atrás.

Evidentemente, hay otros efectos que he conseguido o espero conseguir. Al par de semanas de haber empezado mi estado anímico y mis dolores físicos habían mejorado sensiblemente, y poco después empecé a notar una pérdida de volumen que de momento marcha sin prisa pero sin pausa. Tengo más fuerza y más energía y duermo bastante mejor. Peso, como tal, no he perdido mucho, aunque es algo que no me preocupa, ya que al ganar masa muscular era lo esperable.

La diferencia más reseñable con las veces anteriores es que ahora no busco resultados rápidos ni los quiero. Es por eso que tampoco estoy haciendo dieta, simplemente alimentándome mejor, buscando crear hábitos que perduren toda la vida. No quiero resultados estéticos ni que la gente me pase la mano por el lomo y me diga que estoy más delgada: lo que quiero es sentirme mejor conmigo misma, estar más ágil y aligerar de grasa mi organismo antes de cumplir los 40 años.

Ahora mismo el principal escollo que sé que tendré que salvar será cuando empiece a trabajar de nuevo, y mi tiempo libre se reduzca. Pero lo afronto con seguridad, porque sé que el rato de ejercicio diario se ha convertido en una parte más de mi día a día, y en prioridad absoluta junto con el curro que me da de comer. Ya no habrá excusas ni tonterías: si no me queda tiempo para leer, ver una serie o monear en el ordenador, pues es lo que hay. Igual que, por muy ocupada que esté, no me olvido de comer o ducharme, tampoco me voy a olvidar de hacer ejercicio.

Tengo otras metas en un futuro. Me gustaría empezar a correr (ahora mismo hago 40 minutos de caminata por el campo, 30 de bici estática y mis 30-40 minutos de pesas). Me gustaría, una vez haya interiorizado bien el hábito, pasar de hacer ejercicio en casa al gimnasio. Valoro incluso la opción de un buen nutricionista o un buen entrenador personal en otoño. Lo voy meditando tranquilamente, valorando pros y contras, sabiendo que no tengo la más mínima prisa por pasar a la siguiente etapa.

Porque el viaje ya se ha iniciado. Y nada en el mundo lo va a detener.

 

Viaje antes que destino (o cómo empecé a hacer ejercicio)
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