Seguimos con esta guía para aplicar el aprendizaje cooperativo en el aula, y vamos a meternos en faena con algo tan relevante como la creación de los grupos base. A menudo, cuando hablo de esta metodología con otras personas, me veo envuelta en la siguiente conversación:

—Pues yo es que utilizo aprendizaje cooperativo y bla, bla, bla.

—Ah, yo una vez lo utilicé y no me funcionó, fatal todo.

—¿Y eso? Igual te puedo ayudar. ¿Cómo hiciste los grupos? ¿Estableciste mecanismos para controlar el ruido?

—Ah, no, los grupos los hicieron ellos.

—…

La teoría

Este es un error común que se suele cometer al empezar a trabajar con aprendizaje cooperativo: por comodidad, pereza o simplemente por no escuchar las quejas del alumnado, dejamos que sean ellos quienes formen los grupos. Y, normalmente, sale mal. Porque, para que el aprendizaje cooperativo sea realmente cooperativo, la primera norma es que los grupos deben de ser heterogéneos. Y para que sean heterogéneos, en la mayoría de casos los grupos debe formarlos el profesor. Es decir, tú.

Porque la esencia del aprendizaje cooperativo es el aprendizaje entre iguales, es decir, que las criaturas más avanzadas en tu materia puedan ayudar a las criaturas a las que les cuesta más tu materia. Nótese que en todo momento voy a hablar de “se les da mejor” o “se les da peor”, no de alumnado listo o tonto, bueno o malo. Más tarde incidiremos en este aspecto.

En cada grupo-base, que debería de tener un mínimo de 3 alumnos/as y un máximo de 5 (de forma ideal, 4), el alumnado deberá estar clasificado en función de su competencia en la materia, siendo el alumno 1 el más avezado y el 4 aquel a quien más le cuesta. De esa forma, el alumno 1 (y, normalmente, también el 2) se convertirá en una especie de “profesor auxiliar” que, dentro de su grupo, podrá resolver las dudas de sus compañeros/as de una forma rápida, sin tener que recurrir a ti, lo que a su vez tendrá tres consecuencias positivas: el alumno que ayuda se va a sentir reforzado e importante, el alumno ayudado aceptará más fácilmente la ayuda de un compañero que de ti (sobre todo, si es de perfil disruptivo) y tú tendrás más tiempo para dedicarte a resolver las dudas más complejas, lo que en mi caso suele traducirse en que puedo pasar un ratito más junto a la mesa de ese alumno/a con necesidades educativas.

Si dejas que tus alumnos/as creen sus propios grupos, es muy probable que estos no sean totalmente heterogéneos, ya que la prioridad de tus chavales (y de todos los chavales del mundo mundial) será sentarse con sus amigos. Por eso, has de ser tú quien guíe o lleve completamente el peso de la confección de los grupos-base, para lo cual te propongo tres métodos distintos.

La práctica: tres métodos para crear los grupos-base

Vale. Ahora vamos a crear tus grupos-base. Necesitas tres cosas: una lista de criaturas de tu clase (si puedes tachar o marcarla de alguna forma, mejor), una hoja en blanco y un boli (sí, también puede ser un lápiz). Te voy a repasar los tres métodos que conozco para crear los grupos; seguro que debe haber más (y estaré encantada si otros profes comparten los suyos en los comentarios) pero estos son los tres que yo conozco:

Por parejas

Realmente este nunca lo he usado personalmente, porque no me gusta demasiado, pero sí se lo he visto poner en práctica a una compañera con éxito. Es conveniente utilizarlo solamente en grupos que tienen un nivel muy homogéneo, o donde no hay un gran número de alumnado disruptivo.

El procedimiento es fácil: les pides a los alumnos/as que se coloquen por parejas, y luego tú vas combinando a las parejas para hacer grupos de cuatro. La ventaja es obvia: tendrán al menos una persona de confianza en el grupo, por lo que habrá menos queja. La desventaja, también: alumnos de nivel parecido tendrán a agruparse, así como alumnado disruptivo o poco motivado a trabajar.

A mí no me gusta mucho pero, como me consta que a otros docentes les ha funcionado, aquí lo dejo.

Por columnas

Mi método y el que utilizo prácticamente siempre. Se empieza con una hoja en blanco en la que se dibujan cuatro columnas, numerándolas del 1 al 4. A continuación, hago lo siguiente:

  1. Divido el total de la clase entre 4 para saber el número de grupos. Si son impares, valoro crear otro grupo con 3 o dejar que uno o dos grupos tengan 5 componentes.
  2. En función del número de grupos, elijo a los líderes de grupo. Yo denomino “líderes” al alumno 1 de cada grupo, aquel en el que confío para que tire del carro. Intento que los líderes (y lideresas) sean paritarios. No solo deben ser criaturas que se desenvuelvan bien en mi materia, también busco en ellos ciertas dotes de liderazgo. A veces ocurre lo contrario, elijo a alumnos/as opacados por sus compañeros valorando implícitamente su trabajo silencioso y esperando que den un paso al frente.
  3. Después elijo a los alumnos 4. El cuatro debe responder a alguno de los siguientes perfiles o a todos a la vez: que tenga dificultades en la asignatura, que la haya abandonado o que me interese separarle de otros alumnos. Quiero dejar claro que no es un castigo, sino una forma de ayudarle. Me esfuerzo en transmitirle a estos alumnos que van a tener la suerte de tenerme no solo a mí para ayudarles sino a sus otros tres compañeros de grupo. Si te estás preguntando si esto ofende o traumatiza a los niños, te pido que leas hasta el final.
  4. En las columnas 2 y 3 sitúo al resto de alumnado, intentando seguir el ya citado criterio de competencia en la materia. No siempre lo consigo, porque en clases muy homogéneas, y quitando al alumnado con más dificultades, hay pocas diferencias entre unos alumnos y otros. Por eso, muchas veces simplemente les sitúo por orden alfabético. Por supuesto, en esos casos tengo muy en cuenta la homogeneidad de los niveles a la hora de plantear las actividades.
  5. Y ahora que tenemos a los alumnos clasificados, dejamos que sean ellos, siempre bajo unos parámetros, quienes confeccionen los grupos-base. Pero ese proceso se explicará más adelante.

Por el profesor

Esto lo he tenido que hacer pocas veces y en clases muy concretas, normalmente con un alto porcentaje de alumnado disruptivo o que no trabaja, cuando me encuentro con que los grupos-base realizados con mi método no funcionan. Consiste, simple y llanamente, en que, después de seguir los pasos explicados en el método anterior, tú haces los grupos, combinando alumnos de las cuatro columnas para tener un 1, un 2, un 3 y un 4. Cuando he tenido que recurrir a esto, normalmente he rellenado yo misma la ficha de grupo (la veremos en próximas entregas de la guía), y al llegar a clase se la he entregado a los líderes, que se han encargado de buscar a sus compañeros y sentarlos.

EXTRA: Teammates

Existe otra opción, completamente automatizada y al alcance de aquellos que tengáis un iPad. Se trata de la app Teammates, de los mismos creadores del famoso cuaderno del profesor digital iDoceo. Teammates te permite crear de forma automática grupos después de haber importado alumnos/as de iDoceo, y definiendo parámetros como el género de la criatura, su nivel de habilidad en la materia, incompatibilidades y afinidades con otros alumnos. Si tienes una clase muy complicada o simplemente si prefieres ahorrar tiempo y generar los grupos de forma automática, Teammates es comodísima, por lo que os recomiendo que le echéis un ojo.

Captura de Teammates. Fuente: App Store.

La importancia de transmitir

Llegado a este momento, es probable que os hayan surgido algunas dudas legítimas a medida que leíais. ¿No te parece feo clasificar a los alumnos? ¿Y los que van en la columna 4 no se enfadan o se sienten mal? Respuesta corta: no. Respuesta larga: no, si sabes como transmitirlo al alumnado.

Soy la primera que no quiere, bajo ningún concepto, que mis alumnos/as se sientan señalados o menospreciados. Una de las primeras cosas que digo todos los cursos es que a mis clases se viene a equivocarse, a perder el miedo y a aprender todos juntos de nuestros fallos. Porque la primera que va a cometer errores soy yo. Por eso, desde el primer día que empecé a trabajar de esta forma me di cuenta de lo importante que era explicar bien al alumnado lo que pretendía conseguir y por qué, con honestidad, y haciéndoles ver que no ninguna vergüenza ni ninguna deshonra necesitar ayuda de tu profesora o tus compañeros.

Con el tiempo, creo que he conseguido. Y os explicaré paso a paso cómo lo hago.

Pero eso será materia del siguiente post.

By Elena

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